Tiempo OMA. 25 años de encuentros
VV.AA
Encuadernación rústica con solapas
Páginas: 320
Tamaño: 17 x 24 cm
15 €
TIEMPO OMA
DA2 Salamanca
Del 18 de enero de 2019 al 19 de mayo de 2019
Sala 2, Sala 3, Sala central
Comisariado: Juanvi Sánchez y Jesús Palmero
“Los miembros de OMA han ido desarrollando un diálogo, sutil y sostenido, entre tradición y modernidad o, más precisamente, contemporaneidad, partiendo siempre de este lugar irradiante, en un mundo rural y campesino de una personalidad tan poderosa, desde el que realizan sus propuestas, debates, postulados y prácticas artísticas.” (1)
Tal y como sucede en la cultura japonesa, las prácticas de arte y naturaleza han intentado apropiarse del tiempo en relación al espacio para redefinirlo como materia y lenguaje artístico. El colectivo OMA (Arte otros medios) ha realizado a lo largo de 25 años una labor artística en el contexto rural de Herguijuela de la Sierra, en la Sierra de Francia, donde el tiempo presente, el ahora, desdibuja la concepción de pasado y futuro. Es quizás su condición de efímeras, en la mayor parte de las piezas realizadas durante todo este tiempo, lo que defina una manera de hacer y de concebir la obra de arte y su conexión con el tiempo y el lugar.
La exposición TIEMPO OMA 1994-2019 responde a la necesidad de visibilizar no solamente una serie de obras, por lo general de una extrema humildad material y de una palpable levedad, sino también una actitud, un comportamiento artístico, al que sus protagonistas se han aferrado a lo largo de los años. Los Encuentros OMA se conciben como una reunión de trabajo desde los parámetros clásicos del Land Art, donde las intervenciones de los participantes se realizan empleando lenguajes que trascienden lo pictórico y lo escultórico, generando reflexiones sobre la naturaleza, el territorio y su contexto, manteniendo siempre un respeto al medio ambiente desde una conciencia de la ruralidad. La concepción y uso del tiempo es una constante, ya no solo en la concepción estoica del chronos como tiempo real sino también, en la incidencia de la conexión entre la idea del tiempo perdido y el tiempo recobrado. La memoria, como discurso creativo, esta implícita en la concepción del tiempo perdido que, al mismo tiempo, alimenta el sentido efímero de las obras realizadas. No obstante, el ansia de eternidad es inherente al género humano y por ello, en su sentido proustiano, la memoria permanece en el tiempo imperturbable aunque la acción y el objeto desaparezcan.
Contextualización
La contextualización con el lugar en el que el colectivo trabaja requiere, inevitablemente, establecer unas conexiones y unas complicidades con las mecánicas culturales genuinas del lugar. La propia historia de Herguijuela de la Sierra y su idiosincrasia cultural han definido la forma de ser de sus habitantes. Ese legado generado a lo largo de los siglos, a través de diferentes aspectos antropológicos, permite hoy dar continuidad, desde la mirada ecléctica del arte contemporáneo, a diversas formas de oralidad, de música, de artesanía, de teatralidad o de poesía; todo ello canalizado desde el arte en el territorio. En los encuentros OMA siempre han estado presentes, junto a un sentido fraternal de convivencia extra artística, otras formas de expresión como la literatura, el cine o la música, actuando como ejercicios abiertos y en sintonía con las gentes y la realidad del propio lugar.
El fotógrafo José Agustín Sánchez ha sido testigo, desde el principio, de este proceder. A través de sus imágenes podemos adentrarnos en las obras realizadas así como en las vicisitudes artísticas de creación cooperativa que los participantes en los encuentros fomentan. Su propuesta creativa consiste precisamente en el registro y documentación visual de todo lo que allí sucede, pero no como un mero técnico al servicio de la imagen, sino desde la mirada de quien habita el lugar y es partícipe activo del proceso.
Varios documentos en vídeo corroboran el propio nombre del colectivo Arte Otros Medios. El empleo de prácticas intermediales en el contexto de la naturaleza, como la performance, el arte sonoro, la instalación, el videoarte, los medios digitales o el arte en red, ha sido una tónica habitual en los encuentros desde el principio.
Transferencias desde el territorio
Propuestas individuales
“La dignificación y salvación de lo pequeño, de lo trivial, de lo inservible, de lo caído en desuso y en desgracia…, al tiempo que (se) otorga a estas creaciones un determinado carácter estético, les da también un innegable carácter moral…” (1)
En esta exposición aparecen los nombres y los trabajos de los artistas que la han hecho posible –Miguel Poza, Carlos Beltrán, Fernando Méndez, Ana García, José Antonio Juárez, Cristina Pimentel, Jesús Palmero, Juanvi Sánchez, Manuel Pérez de Arrilucea y Ramón Martín-. Ellos han actualizado sus propuestas y su mirada para ofrecernos una obra, especialmente creada para el DA2, coherente con lo que generaron, en su día, en los encuentros de Herguijuela de la Sierra.
Pero hay más nombres, que el visitante irá descubriendo a lo largo de la exposición; artistas que aportaron su creatividad y que son, sin duda, parte de la historia de los encuentros.
¿Y qué vemos cuando nos aproximamos a las obras individuales?
Lo primero que nos encontramos en la frontera física de la exposición, al margen casi del espacio asignado a esta, es la obra de Fernando Méndez. Este artista que ha trabajado frecuentemente con el árbol como objeto de intervención, reflexión o creación, nos presenta Esto no es un árbol que nos recuerda la célebre obra de Magritte Ceci n´est pas une pipe de su serie La traición de las imágenes. Lo que ves parece lo que no es, imita a la naturaleza, recrea la forma de un árbol, construido con su materia, madera ¿pero es eso un árbol? ¿Es acaso arte?
Muchos trozos de otros árboles forman esta pieza: de todos hay partes y no son ninguno. Méndez está en la frontera, como su obra y el lugar que ha elegido para ella, y quien la cruza siente la transformación de quien ve el humo de la pipa.
Carlos Beltrán con, Los pájaros no me dejan ver el bosque, nos invita a reflexionar sobre el bien común frente al individualismo y, desde ahí, preguntarnos ¿A dónde vamos? ¿Quién toma las decisiones por nosotros? ¿Con qué intención? ¿Pensamos libremente cuando nos sentimos volar pero somos parte de la bandada?
Árboles – pájaros: metáforas visualmente amables que juegan con la naturaleza transformada, mientras las preguntas se suceden.
Partiendo de los intereses que ha mostrado desde 1994 en los encuentros con sus trabajos videográficos, de arte sonoro y objetual, José Antonio Juárez Seoane, Jajus, nos ofrece una obra sin título que enfrenta al espectador a un sin fin de estímulos y experiencias.
En sus obras aparece lo lúdico, la desacralización del arte, la transgresión sutil y, quizás desde ahí, podemos aproximarnos a este concierto para serrucho al que acompaña una invasión de insectos industriales componiendo un todo con la materialidad, transformada en instalación, necesaria para generar esa “música”.
Bienvenidos a la fiesta.
2001: un árbol caído que corta el paso, la pericia de un vecino de Herguijuela y su motosierra lo transforma en tablones dejando, sobre la epidermis de estos, las huellas del proceso; ese mismo año, Juanvi Sánchez generó una instalación que hablaba de fragilidad y precariedad, de verticalidad, vencida por el aire, y horizontalidad que se impone, como la muerte.
El tiempo pasa, aquel vecino ya no está. El medio rural pierde población; son personas anónimas que transformaron con su esfuerzo el territorio, gente valiosa, con conocimientos y afectos.
Con Más allá de la sorpresa el artista quiere detener el tiempo, generar un espacio para transitar por los territorios posibles, una reflexión sobre el medio rural, su futuro y sus gentes.
Arte y naturaleza no son nada si no hay quien los valide con la mirada.
En muchas ocasiones, las instalaciones que ha generado Manuel Pérez de Arrilucea en los encuentros han tenido un carácter marcadamente efímero, cargadas de fragilidad, y delicadeza: una silla minúscula que flota en el aire, unas ramas que son invadidas en sus intersecciones por papel japonés, las juntas de las piedras de un muro que acogen un efímero camino… El artista nos habla en Moradas transitorias, la obra que podemos ver en Tiempo OMA, sirviéndose de un grupo de cabezas flotantes de papel, suspendidas en la oscuridad, sobre la individualidad y el grupo, sobre el tiempo y el espacio en el que habitamos.
Recorrer y transitar, descubrir y sorprenderse. Un encuentro de seres con rostro, todos diferentes, configurando un todo. ¿25 años?
Miguel Poza es, también, físico. Y la luz y las sombras, la relatividad del tiempo, la memoria, los ciclos que se repiten o la palabra escrita, han sido algunas de las constantes en sus obras artísticas. Todo eso pasó es una obra compleja con varias aristas: imágenes fotográficas reconstruidas con elementos vegetales, una proyección del transitar de las sombras sobre una pared, momento único, irrepetible, que sin embargo al ser atrapado en video, se repite inmutable, y un conjunto de prospectos de medicinas que nos acompañan a lo largo de la vida, transformando lo que sentimos.
¿Y bien? Poza nos da la clave de su obra con un texto hermoso que incorpora a su pieza: “Todo pasó como una sombra, como un rumor fugaz; como nave que surca las aguas agitadas….” Sab 5, 9-12.
Capturar y retener lo efímero, domesticar los ciclos naturales y fabricar otros artificiales o reparar y reconstruir los existentes… Quizás el arte lo consigue. Quizás Miguel Poza nos lo muestra.
Ramón Martín nació en Herguijuela de la Sierra, su familia sigue estrechamente vinculada con el municipio, y él conoce bien la realidad de un territorio en el que el trabajo duro que impone su geografía, determina el presente y el futuro de esta zona.
Quizás, más allá de las Ausencias, título de la obra, y como ocurre en su pieza del DA2, al artista le gustaría reconstruir, vivificar, poner en valor un pasado rico y sostenible, equilibrado y vivo.
Sin tormentas, solo con lluvias regeneradoras.
Sin sombras, solo con luces que marquen los nuevos caminos.
Ana García es maestra. Le interesan los calendarios, los retos y la comunicación del modo que sea, también, a través del arte.
Ahora, nos muestra una obra tan contundente como simbólica: 9.131 trozos de ramas, que representan los días – todos diferentes, todos singulares- transcurridos en los 25 años, ¿Sólo veinticinco?, que han pasado desde el primer encuentro en un intento de visibilizar el paso del tiempo de comprender y abarcar el pasado. Desde 1994 el paisaje, el territorio, el municipio, y los integrantes de OMA, han cambiado, son otros. Las ramas de su pieza no existían. Un calendario por el que transitar, como la vida.
En agosto de 2009 Jesús Palmero y Cristina Pimentel realizan una instalación, Hortus sanitatis, en la que telas y vegetación se combinan, en un simbólico apósito. Un año más tarde recuperan lo que queda de esa acumulación, rescatando una cartografía de la ruina, con partes desaparecidas devoradas por el tiempo. De aquí parte Improntas y seres la pieza que traen al DA2 en Tiempo OMA.
Una sociedad con necesidad de sanación, ¿una sociedad intemporal, o incapaz de mirar su pasado?
Pimentel y Palmero sienten ahora, constatado el carácter efímero de la memoria, de archivar, de no dejar perder, en este caso, los nombres de la población de Herguijuela de la Sierra, nombres que impregnaran simbólicamente, a través de una proyección con la vegetación, la tierra, el suelo, el pueblo… elementos singulares del territorio. La memoria como creación y trinchera.
Obra colectiva
En la gran sala central del DA2 se muestra una obra de creación colectiva Tiempo perdido, tiempo recobrado que alude a los procesos de interferencia que el hombre ejerce sobre la naturaleza. Este moldeo, o aparente domesticación del medio, generado a través de la poda de los olivos es adoptado y reinterpretado por los miembros de OMA. Se trata de un lenguaje que les resulta familiar pues muchos de ellos trabajan con este tipo de apropiaciones y relecturas de las prácticas agrícolas y silvícolas realizadas por los habitantes de la zona. La convergencia del discurso estético con los usos y costumbres del lugar, desde una conceptualización de la naturaleza, está detrás de esta instalación que invita al espectador a ser partícipe de la transferencia realizada desde el territorio.
En el mismo espacio convive una instalación documental que conecta directamente con la forma de trabajar característica de los Encuentros OMA. Está constituida por una suerte de arqueología de objetos rescatados de diferentes encuentros que conviven con documentación fotográfica. Para esta pieza, los miembros del colectivo han recuperado algunos fragmentos de obras realizadas que aún mantienen su corporeidad a pesar del paso del tiempo. De la mayoría de las obras –realizadas a lo largo de estos 25 años de Encuentros– solo queda su documentación, debido a la fragilidad de sus materiales y su condición efímera. Junto a estas huellas se muestran también dibujos, obras y fragmentos de intervenciones realizadas en la zona urbana de Herguijuela de la Sierra. En los primeros años de encuentros fue habitual que los participantes utilizasen como soporte y escenario de sus obras, las calles, casas y diversos espacios públicos y privados. Esta tendencia de trabajo en el pueblo se reduce especialmente, a partir del año 2005, momento en que El Collao –una finca particular instituida como espacio de intervención– se convierte en laboratorio de experimentación artística en plena naturaleza. La conexión directa con la población y sus gentes se ha centrado en las últimas ediciones en actividades culturales ligadas directa o indirectamente con la práctica artística.
El comienzo del recorrido expositivo y, su conclusión –por su condición discursiva circular– están íntimamente vinculados con la idea de árbol. Los principales símbolos identitarios de Herguijuela de la Sierra, al igual que sucede con muchos otros pueblos, son dos majestuosos árboles: uno es un vetusto ejemplar de olmo que se encuentra ubicado en la plaza principal del pueblo y que ejerce la condición de imán social; y el otro es la vieja Haya, considerada por muchos estudiosos como la más meridional de su especie en Europa. Ambos árboles ejercen el simbolismo tradicional del arbor vitae y arbor veritas hundiendo sus raíces en la profundidad del conocimiento ancestral.
En esta exposición, árboles secos levitantes ofician como maestros de ceremonias al principio y final de la misma. Es un juego que, como el dragón alquímico que se muerde la cola, nos recuerda el simbolismo de la naturaleza cíclica y eterna del universo.
“Y, de todas estas obras, realizadas desde 1994 hasta hoy mismo, y marcadas por la poética de lo efímero, da cuenta esta exposición sobre el colectivo de artistas y creadores de OMA (Arte Otros Medios). Una propuesta fascinante de arte en la naturaleza, que abarca otras corrientes artísticas que han irradiando y siguen irradiando la creación plástica en nuestra contemporaneidad, y que, desde ese descenso al lugar del que hablamos, nos propone –aunando ética y estética– el valor y la importancia que sigue teniendo el arte en nuestras sociedades y en nuestro mundo, como vía hacia una humanización de los seres y de la vida de todos, al tiempo que se constituye, implícitamente, como un talismán frente a las barbaries y devastaciones que nos toca padecer a todos.” (1)
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