Disimulo del ser. Eloy Rubio Carro

In memoriam

 

 

VV.AA.

 

Contiene poemas inéditos de Eloy Rubio Carro y recuerdos de diferentes autores.

 

 

ISBN: 978-84-127499-8-4

Año: 2024

Fecha de publicación: 1 de agosto

Encuadernación rústica con solapas

Género: homenaje

Páginas: 124

Tamaño: 12 x 18 cm

 

 

 

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Queremos tanto a Eloy…

(en memoria)

 

El pasado 3 de mayo, en silencio y con una discreción absoluta, se nos fue Eloy José Rubio Carro (Eloy, en nuestro trato amistoso). Y se fue antes de tiempo, como los elegidos; a los sesenta y seis años, aún sin jubilarse.

A quienes le queríamos y valorábamos tanto su ser y su quehacer, nos ha dejado huérfanos. Su forma de ser y de estar en el mundo dejaba una huella apacible, humanizadora, de confianza y de serenidad.

Para nosotros, Eloy ha sido uno de los seres más entrañables y más verdaderos que hemos tenido la fortuna de conocer y de tratar en nuestros años leoneses, que ya son muchos.

Eloy era profesor de filosofía de instituto, era poeta, era fotógrafo y, en los últimos años, en toda la tarea de la creación y mantenimiento del digital astorgano Astorga Redaccion, estuvo dedicado a recorrer los pueblos de toda el área astorgana, en un sentido amplio, recogiendo y fotografiando sus acontecimientos y fiestas.

De hecho, nos lo encontrábamos siempre, por ejemplo, tanto en el Carnaval de Velilla de la Reina, como de Llamas de la Ribera. Sus fotografías son ya un documento, etnográfico y artístico, de todas esas tierras de las áreas astorganas. Y sería bueno que se realizara alguna exposición con todo ese trabajo generoso y lúcido de Eloy.

Eloy era –profesor, lector, creador y tan buen y generoso amigo– lo que Juan Ramón Jiménez llama un sensitivo. Abordaba el mundo y a los seres humanos con los que convivía desde la cordialidad; y cultivaba esa vía afectiva del conocimiento que, en nuestra civilización y cultura inaugurara Platón, pasando, sucesivamente, por San Agustín, los neoplatónicos renacentistas, los románticos y, en nuestra contemporaneidad, determinadas corrientes del pensamiento y de la creación contemporáneos.

Eloy era un ser que aunaba y trenzaba de continuo la vida y la cultura. Amaba los libros y era muy buen lector. Sus conocimientos –por su forma de ser– los transmitía con lentitud y con pausas, con una gestualidad muy significativa, de la que guardan memoria sus alumnos y alumnas.

Amaba los libros. Sus tíos, los eminentes sacerdotes de la diócesis de Astorga, José Antonio y Esteban Carro Celada, poseedores de una extraordinaria biblioteca, le habían transmitido ese gusto, ese modo vitalista de estar en la cultura: un modo que nos transforma y que nos hace mejores.

Como poeta, se escoraba hacia lo enigmático que tiene la realidad y tiene el mundo, tratando de plasmarlo con un uso muy suyo, muy peculiar de la lengua, como si se le quedaran pequeños la sintaxis y el sentido… y necesitara llevarnos a otros territorios, para que cayéramos en la cuenta…

Queremos tanto a Eloy…, que estas palabras, ahora, así, a botepronto, cuando Eloy se nos acaba de ir (el día de la cruz de mayo, ay…), solo están dictadas por la orfandad, por el afecto y por una necesidad, moral, de dar fe de vida de un ser humano valioso, humanizado, entregado, generoso, cordial…, marcado por una ejemplaridad beneficiosa para todos los seres que lo conocieron y todos los ámbitos en que desplegó su quehacer.

                  En memoria.

JOSÉ LUIS PUERTO

(Publicado en La Nueva Crónica, martes 7 de mayo de 2024, p. 25)

 

 

Foto Amando Casado

Foto Antonio Martínez Fuertes

 

 

 

NOTA DE LOS EDITORES

 

Cuando la actividad editorial se ensombrece por la ausencia inesperada de algún autor, es cuando se toma conciencia de la profunda huella dejada tras la materialización de cada proyecto. Por desgracia en estos nueve años de libros y amistad hemos perdido a dos importantísimos referentes para nosotros. Apenas unos días antes del inicio de la pandemia del coronavirus nos dejó Miguel Escanciano, gran poeta y cómplice impenitente. Y ahora se nos va Eloy Rubio Carro al que nos unía, además de una admiración intelectual, una amistad desde aquellas primeras experiencias cinematográfica realizadas por otro ineludible amigo común como es Antonio Martínez Fuertes.

Al finalizar el invierno de 2013 surgió en Astorga un proyecto periodístico que supuso un auténtico florecimiento primaveral para muchos astorganos. Al timón de aquel Astorga Redacción incipiente estaba nuestra querida Toñi Reinares y, a los mandos de su espacio cultural, Eloy fue construyendo progresivamente un territorio de reflexión sin precedentes en la prensa diaria astorgana. Este emocionante proyecto nos reunió de nuevo y estuvimos insuflando ilusión desde bastante antes de que apareciese la primera noticia publicada. Escasamente dos años después iniciamos nuestra andadura editorial en la que el binomio Toñi y Eloy han estado estrechamente vinculados a nosotros desde diferentes perspectivas.

Primero fue La vida la pasar, en 2018, uno de esos libros emblema que hace que la labor editorial merezca la pena. Con este enigmático título, procedente de una canción sefardí (O de bueno o de negro / la vida la pasar), Eloy recoge un total de cincuenta y cuatro poemas de diferentes épocas, la mayor parte de ellos inéditos. Se trataba de su segundo libro tras Pajaroquealanochesederrama, poemario aparecido en 2009, que nos había dejado absortos. De hecho, la admiración hacia la forma de escribir de Eloy venía de muy atrás, cuando leímos por primera vez, muy muy jóvenes, sus textos en el primer número de aquel experimento llamado Hipocausto, allá por 1985. Acogimos, pues, al escritor admirado con la mayor de las ilusiones en nuestro proyecto.

Perteneciente al colectivo secreto de los Ultramarinos, convergió allí con otro puñado de anómalos letraheridos y bibliófagos entre los que han ido surgiendo un buen número de inencontrables publicaciones en las que Eloy dejó su huella. En torno a este colectivo tuvimos la suerte de editar dos antologías de relatos, Cronófagos (2019) y Cuentos de la nueva normalidad (2020).

La relación de Eloy con Marciano Sonoro no ha sido solo la de autor-editores. Poco antes de la salida de su libro iniciamos una de nuestras grandes aventuras editoriales: el libro 25 Años BRIF. Un relato forjado a fuego, un esfuerzo titánico que llevó a cabo Toñi y que Eloy apoyó con tenacidad.

También en 2019, mano a mano, pusimos negro sobre blanco un libro de su tío Esteban, Arriería maragata. Conducción de caudales. Este proyecto nos acercó a la estrecha relación que Eloy tenía con la obra de sus tíos, de los que se había convertido en albacea literario y orgulloso custodio de un rico legado del que aún queda muchísimo material inédito.

Varios de los autores que hemos publicado y que tenemos previsto publicar llegaron a nosotros por recomendación suya. Esto se ha convertido en un aval que nos predispone a la lectura de los manuscritos habiendo pasado un filtro al que nosotros hemos tenido muchísimo respeto.

Como trabajador impenitente y cirujano metódico de la palabra, pensó, reflexionó y escribió acerca de la mayor parte de nuestras publicaciones. Se sumergía en los textos con profundidad y erudición, desde criterios personales, alejado de especulaciones y modas. Eloy desentrañaba sus lecturas siempre desde la sinceridad y la lealtad a sus principios intelectuales.

Muchos le queríamos, como da muestra este librito que el lector tiene en las manos; unos por su carisma introspectivo, otros por mostrar su convencimiento y su denuncia hacia los poderes desde sus textos, en los que sutilmente se reflejaba su fino sentido del humor. Muchos admiramos su actitud pessoana, poniendo en cuestión la idea de autor y obra, con el uso de diversos heterónimos que le servían para comprender mejor el mundo en el que vivía. Algunos fueron recurrentes y con ellos se acercó a los sinsabores de la política local, de la que fue certero forense y de la que salió en más de una ocasión escaldado, como le sucediese, muchos años atrás, al ilustre portugués.

No han sido pocos los que, certeramente, lo han valorado como fotógrafo, y es que, desde muy joven, Eloy empuñó la pluma y la cámara con enorme convicción. Sin duda fue testigo de aquellos experimentos fotográficos que en los años 70 desarrollaron los hermanos Núñez en Astorga y que, de alguna manera, son evocados en sus imágenes con un matiz surrealista y experimental.

 

Y ahora, el implacable destino, nos deja huérfanos de Eloy. Eran varios los proyectos previstos para después de su jubilación como profesor de filosofía, tanto con el archivo de los Carro Celada como con su propia obra.

Su ausencia no hará otra cosa que no sea fortalecer nuestro vínculo con su proyecto intelectual. Ahora dejaremos que Clara, Lucía y Toñi se recompongan, si es que eso es posible, y, más pronto que tarde, haremos todo lo que esté en nuestras manos por mantener vivo su legado y sacar a la luz mucha de su obra inédita.

 

Cristina Pimentel y Jesús Palmero

 

Serendipias

Paz Martínez

 

 

Miss Moon

Luis Ferrero Litrán

 

Memoria de las mujeres

Sol Gómez Arteaga

 

Mambrú no fue a la guerra

Joaquín Fernández de Angulo

 

Heridas que no cicatrizan

Ana María Campelo López

 

Desandando. Una enciclopedia abierta

Alicia García y Pablo Juárez

 

Cervantes y la ternura humorística

Eduardo Aguirre Romero

 

La primavera y el titán

Antonio Monterrubio

 

Notas de un sueño

Nacho Diez-Santos

 

Cartero rural

Abel Aparicio

 

Ramiro II. Un rey inesperado (900-950)

Arturo García Aragón

 

Robinsonas de tierra adentro

Gema Villa y Pilo Gallizo

 

Las flores del calabacín

Rubén Fauno

 

La historia cubana de América

Teodoro Rodríguez Martín

 

Por qué los girasoles miran hacia el sol

Javier Pérez Fernández

 

Be(r)sos apóstatas

Javi Morán

 

Los GRAPO contra el Estado

Jonatan Rodrigues López

 

Tiempo de vilano

Sol Gómez Arteaga

 

Conquistar el pan y la libertad

Alejandro Martínez Rodríguez

 

Azucarera Santa Elvira

Cony Salomón

 

Minería del wolframio

Diego Castro Franco

 

17 Diversas

VV.AA.

 

Reflejos de luz y oscuridad

Ana Martín Álvarez

 

Querencia recíproca

Marcelo Tettamanti

 

El envés de los días

Antonio Toribios

 

Dakovika

Bruno Marcos

 

Libro de reclamaciones

Isabel Llanos

 

Trazos de sombra

Sol Gómez Arteaga

 

Las luces de Oita

Luis Ferrero Litrán

 

En son de paz

Paz Martínez y Moncho Otero

 

La primavera antifranquista

Alejandro Martínez Rodríguez

 

El bosque de las ánimas

Coral Puente

 

Marcha negra. Acordeón clásico

Norberto Magín

 

 

¿Donde está nuestro pan?

Abel Aparicio

 

 

El vuelo de Martín

Sol Gómez Arteaga

 

 

Me sobra el corazón

Isamil9 & Mil9 ColectivoLiterario

 

 

Arriería Maragata. Conducción de caudales

Esteban Carro Celada

 

 

La palabra empeñada

Carlos Balacera

 

 

Valle durmiente

Víctor M. Díez

 

 

¡Y dale Timoteo con el tintineo!

Ana Martínez Ferrero

 

 

La vida la pasar

Eloy Rubio Carro

 

 

En los márgenes del tiempo

María Paz Martínez Alonso

 

 

25 Años BRIF. Un relato forjado a fuego

María Antonia Reinares (Documental: Javier Galán)

 

 

Escríbalo yo, léalo el diablo

Carlos Balacera

 

 

Hylas. Al sur de la mirada

Miguel Escanciano

 

 

Y si la noche no espera

Charo Ruano & Juanvi Sánchez

 

 

Párvula nAnAs

Isamil9

 

 

¿Me das un beso?

Arturo Abad y Patricia Gutiérrez

 

 

El proyecto Bidón y Los Catalinos

César Núñez

 

 

#HayQueSeguirCantando

El Solito Trovador

 

 

Ser o no ser

Javi Morán

 

 

De musgo y piedra

María Paz Martínez Alonso

 

 

Tiempos extremos

José Álvarez González

 

 

Las horas vivas

Ángel García Alonso

 

 

Pequeño universo sonoro

Polaroids

 

 

Astorga Rock

Jesús Palmero (ed.), Ricardo García y Javier del Otero

 

 

Alboradas en los zurrones del pastor

Abel Aparicio

 

 

Tiemblos

Ángel García Alonso

 


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